martes, 12 de julio de 2011

Secreto a voces

 
     N es del todo cierto que una imagen valga más que mil palabras; tampoco que el sistema verbal sea algo tan simple que pueda ser suplido por gestos o movimientos. No es cierto que queramos volver a la Edad de las cavernas, con hueso en mano y sonidos paralingüísticos como única arma de expresar nuestros sentimientos al mundo. Si no fuera a través del lenguaje... ¿Cómo podríamos expresar el sentimiento, el abismo que nos produce la contemplación del rostro de la Gioconda? ¿Debatir si El Pensador de Rodin mantiene en serio una postura intelectual? ¿Cómo expresaríamos si no la poesía? ¿Y el brillo de los ojos de la Infanta Margarita?
La Infanta Margarita y sus ojos


    Mil palabras pueden suponer mucho para una determinada cultura; pueden cambiar el ritmo de una vida, adentrarse en la memoria para siempre de una colectividad o de un individuo. Mil palabras pueden suponer la victoria o la derrota, y esto, es incuestionable.  De ahí que el mérito de una lengua evolucionada, espontánea en sus hablantes nativos, la cosmovisión que esa lengua nos ofrece, sea uno de los secretos mejor guardados de la tierra en que nacemos. Debemos compartir ese secreto, saber transmitirlo con aprecio, tanto como nos fue legado a nosotros. Debemos intercambiar el secreto de las palabras, de la lengua... Esto es tan formativo como viajar a un país extranjero, volar sin hélices y pensar más allá de las fronteras.

     No es fácil transmitir el secreto con el que nacimos, desde luego que no. Tenemos que mimarlo, adentrarnos en su espesura y disfrutar de cada término, de sus piruetas estilísticas, como cometas, a veces tan variables, caprichosas según los vientos. Si comprendemos la lengua, la nuestra, será más fácil regalarla, recogerla de la calle, de las esquinas, de los teatros, llevarla en las manos y ofrecerla, nunca imponerla. El secreto por fin es de todos y para todos.

     Pero no es menos cierto  que esas mil palabras, importantísimas, nunca van solas. Las arropa una determinada cultura, una manera de ser, de pasar por la vida. Pensamos palabras y gestos, dudamos, chasqueamos los dedos, nos acercamos al calor o nos distanciamos de lo que nos rodea. Ademanes, forcejeos verbales y físicos, lágrimas y risas, suspiros y silencios también nos dicen algo, mucho, todo...

     El lenguaje es el cincel de nuestra memoria y de nuestro ahora; nuestra cultura es el paisaje de los sentimientos más íntimos. Si un día cercano el ser humano acabara consigo mismo, no cabe duda de que la palabra y la cultura, diversísimas, estarían ahí, en el último momento, aunque solo fuera en forma de esperanza.
Letras talladas

2 comentarios:

  1. Al hilo de lo que comentas, te dejo una frase que leí en su día y me hizo mucha gracia, y está llena de razón: "En realidad mil palabras valen mucho más que una imagen. Y además cargan mucho más rápido." en referencia al mundo web en el que cohabitamos. Me pareció simpática :-)

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  2. Buena metáfora la que señalas, Manuel. Gracias por enriquecer los textos con tus aportaciones.

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