sábado, 6 de agosto de 2011

Apuntes sobre lo camp

El grado de artificio y de estilización de lo camp en signos culturales ha sido objeto de estudio en diferentes tratados a lo largo del siglo XX. Como ya he señalado en anteriores entradas a este respecto, no podemos obviar uno de los mejores ensayos que hasta la fecha se han escrito sobre el fenómeno. Este es el de Susan Sontag titulado «Notas sobre lo camp» de 1964. “Sensibilidad” es uno de los términos claves a la hora de hablar de lo camp. Lo no natural, ese artificio y exageración, son las bases sobres las que se asienta esta estética.

Resumo estas anotaciones que ha establecido Sontag al respecto:

1.      Lo camp es una cierta manera de esteticismo.
2.      Esta sensibilidad no es comprometida y está despolitizada.
3.      La encontramos no solo en los objetos, sino también en el comportamiento de las personas. De esta manera tenemos edificios camp, canciones, novelas, personas, películas, vestidos…
4.      Todos los objetos, y las personas, camp contienen una parte considerable de artificio.
5.      Es una concepción del mundo en términos de estilo: amor a lo exagerado, el ser impropio de las cosas.
6.      Lo andrógino es ciertamente una de las mejores imágenes de la sensibilidad camp.
7.      El camp lo mira todo entrecomillado. La metáfora de la vida como un teatro.
8.      Lo camp es el triunfo del estilo epiceno. Con un solo género gramatical, masculino o femenino, puede designar al macho o a la hembra indistintamente o conjuntamente
9.      La línea divisoria parece pasar por el siglo XVIII; es en este periodo en el que encontramos los orígenes del gusto camp. Finales del XVII y principios del XVIII son el gran periodo de lo camp.
10.  Podemos remontarnos, sin embargo, más atrás en el tiempo—con artistas manieristas como Pontormo, Rosso y Caravaggio.
11.  Decir que algo es camp no significa sostener que son simplemente esto.
12.  Hay que distinguir entre lo camp ingenuo y lo deliberado. Lo camp puro siempre es ingenuo. Lo camp que se reconoce como tal (camping) suele ser menos satisfactorio. De ahí que los ejemplos puros de camp son involuntarios; son de una seriedad absoluta.
13.  El sello de lo camp es el espíritu de extravagancia.
14.  Lo camp es arte que quiere ser serio pero que sin embargo no puede ser tomado enteramente en serio porque es «demasiado».
15.  Por supuesto, el canon de lo camp puede cambiar. El tiempo es el juez.
16.  Camp es la glorificación del personaje. Lo que aprecia la mirada camp es la unidad, la fuerza de la persona.
17.  El gusto camp vuelve la espalda al eje bueno-malo del juicio estético corriente.
18.  La sensibilidad camp es enteramente estética.
19.  Es posible ser serio respecto de lo frívolo y frívolo respecto de lo serio. Lo verdaderamente importante de lo camp es destronar lo serio.
20.  Cuando la «sinceridad» en el arte no es suficiente una persona se inclina por lo camp. La sinceridad puede ser simple estrechez intelectual.
21.  El gusto camp es propio de sociedades opulentas.
22.  Aunque los homosexuales hayan sido la vanguardia camp, el gusto camp es mucho más que gusto homosexual.
23.  El gusto camp es una forma de deleitarse, de apreciar; no de enjuiciar.
24.  El gusto camp es una especie de amor y se nutre de él.

Creo que vale la pena adentrase en estas pequeñas notas resumidas de este magnífico ensayo. Sontag establece más matices, aunque creo que podemos tener la columna vertebral del gusto camp en estos veinticuatro parámetros apuntados.

Podemos considerar el Art nouveau como uno de los estilos camp más característicos y desarrollados. De hecho, es en esa intención de crear un arte nuevo para romper con los cánones establecidos hasta la época, en donde va a residir el encanto y la originalidad principales de este movimiento desarrollado a finales del siglo XIX y principios del XX. Hasta los objetos más cotidianos, para el Art nouveau van a ser fuente de belleza y valor estético. Esto no deja de ser un intento de la democratización del arte para hacerlo accesible a más personas, y no solamente a aquella incipiente burguesía y aristocracia. De ahí que no solo se dé en las consideradas hasta la fecha artes mayores sino también en objetos cotidianos.
Las bocas del metro de París, a modo de ejemplo, diseñadas por Hector Guimard, son de este estilo Art nouveau y poseen el don de producirnos un gran impacto estético. De hecho, si en su día fueron controvertidas por esa esencia rupturista en la que subyace lo camp, a día de hoy podemos afirmar que se han convertido en un emblema para la ciudad.

Un movimiento pictórico que tiene lugar en la Inglaterra es el prerrafaelismo o la Hermandad de los prerrafaelitas. A mediados del siglo XIX pintores como John Everett Millais, Dante Gabriel Rossetti o William Holman Hunt rechazan en su época el arte académico predominante y propugnan una vuelta al detallismo minucioso y al luminoso colorido de los primitivos italianos y flamencos, anteriores a la pintura de Rafael. Esta estética la consideran más auténtica. En su búsqueda del arte sublime tratan de apresar lo auténtico y sincero y lo hallan en dos esferas: la naturaleza y un concepto de mujer idealizado. Si observamos con atención sus lienzos, nos podemos encontrar con ciertos paradigmas camp, en esa búsqueda del esteticismo por encima de todas las cosas. Lo andrógino de algunas de sus representaciones, por otro lado, nos muestra esa sensibilidad camp más arriba aludida. Esas figuras desmayadas, esbeltas y sinuosas pueden ser también aliadas del estilo epiceno que señala Susan Sontag.
No creo que su pintura sea camping, puesto que es auténtica en su intención, pero sí tiene, sin duda, la fuerza de lo camp instalada en sus principios estéticos.

Al hablar de literatura española, me viene a la cabeza el movimiento Modernista que viene arropado por una época de crisis, de desazón y malestar vital. Nos encontramos nuevamente en las postrimerías del siglo XIX y principios del XX. El Modernismo, que no solo es literario, viene marcado por un fuerte anticonformismo ante lo imperante en su época. Es un movimiento de ruptura con la estética vigente y que se sumerge en influencias francesas (el parnasianismo y el simbolismo), además de influencias norteamericanas (se admira tanto a Edgar Allan Poe como a Walt Whitman), inglesas (Oscar Wilde) e incluso italianas (el decadentismo de D’Annunzio).
Es muy representativo que el Modernismo manifieste su disconformidad a través de un aislamiento aristocrático y de un refinamiento estético. Huye por los caminos del dandismo, la bohemia y conductas asociales y amorales. Es representativo —señalo— porque si volvemos la vista a la estética camp nos encontramos con bastantes de las características que la definen. De hecho, la estética modernista y la camp se amalgaman en una suerte de armonía y de búsqueda de la belleza, el esteticismo y los valores sensoriales.
No está de más señalar cómo en la literatura modernista se insiste en el enriquecimiento estilístico, en el sentido de la brillantez, de lo delicado, de lo delicuescente. El color, los efectos sonoros en su poesía, las sinestesias, la riqueza de imágenes, un léxico teñido de cultismos o voces de exóticas resonancias son elementos consustanciales a la estética camp.

[…]
Ámame así, fatal cosmopolita,
universal, inmensa, única, sola
y todas; misteriosa y erudita:
Ámame mar y nube, espuma y ola.

Sé mi reina de Saba, mi tesoro;
descansa en mis palacios solitarios.
Duerme. Yo encenderé los incensarios.
Y junto a mi unicornio cuerno de oro,
tendrán rosas y miel tus dromedarios.
                                         Divagación en Prosas profanas (1896). Rubén Darío

Ámame —invoca el poeta—, pero ámame en ese escenario rodeado de naturaleza y de lujos aristocráticos y sublimes, donde podremos encontrarnos incluso con unicornios de cuerno de oro. Es amor. Lo camp es amor y este es su alimento.

Seguimos instalados en la poesía. En los poetas conocidos como los «novísimos» desempeñan un papel importante la música, las canciones populares, imágenes visuales producto de lo que se han nutrido a través de los mass media. Se despreocupan de las formas tradicionales y usan técnicas elípticas, de sincopación y de collage en sus poesías. Jose Mª. Castellet, en Nueve novísimos poetas españoles (1970) señala de esta manera la influencia camp en la estética de este grupo:

«3. Introducción de elementos exóticos y artificiosidad.
[…] De pronto, aparecen en la poesía española —y como un elemento que no proviene de la formación táctil de los mass media, sino más bien de la elección de ciertas lecturas y de una actitud snob que enlaza con la sensibilidad camp— una serie de elementos exótico-literarios que encontramos en la poesía de Gimferrer y de Carnero, de Azúa y de Molina-Foix, especialmente. Son temas orientales, exaltaciones de ciudades desconocidas, nombres de lugar o de persona que atraen ante todo por su valor fonético, descripciones de vestidos, disfraces o fiestas, mitos clásicos o fábulas medievales, etc. Se trata del gusto por el descubrimiento por una literatura gótica o modernista, de la importante influencia de Pound y, no hay que olvidarlo, del horror por todo lo español, precisamente porque en los pocos casos en que se introducen temas españoles estos son tratados como elementos exóticos. Finalmente, no hay que considerar en este epígrafe la fuerte influencia de temas y mitos norteamericanos contemporáneos, producto más que de lecturas (y algunas han sido muy influyentes: Henry James o Scott Fitzgerald) del cine, la TV, la publicidad y los comics.» Págs. 42-43 en Nueve novísimos poetas españoles, Barral Editores, Barcelona, 1970.

Efectivamente, en muchos de los versos de estos poetas se enlaza con la sensibilidad camp. Veamos una pequeña muestra:

[…] una completa historia del traje,
y muchas otras cosas, como por ejemplo, varitas mágicas,
insectos de cartón-piedra,
una colección bastante amplia de cremas para payasos,
la botella de porcelana rosada donde el prestidigitador guardaba su
       elixir [… ] “El movimiento continuo” de Guillermo Carnero, 1967.

[…] las gaviotas, mis hijos y las noches de agosto—,
le digáis (con el gesto más Humphrey Bogart que
os permita poner vuestro pasado):
«Quita tus puercas manos de mis sueños». “Nuevas tendencias de la crítica literaria” de Miguel D’Ors, 1991.

Yo, que fundé todos mis deseos
bajo especies de eternidad,
veo alargarse al sol mi sombra en julio
sobre el paseo de cristal y plata
mientras en una bocanada ardiente
la muerte ocupa un puesto bajo los parasoles.
Mimbre, bebidas de colores vivos, luces oxigenadas que chorrean
   despacio, […] “La muerte en Beverly Hills” de Pere Gimferrer, 1968.

En la noche del sábado los reflectores buscan
los tres colores de tu maquillaje,
te siguen por los túneles del Metro,
escaleras arriba: por su alfombra de luz
llegas hasta el acero de la barra,
y con ojos de acero me susurras
una vieja canción de amor herido:
  I’m gonna get along without you now!Villancico en Gaunt Street”, de Guillermo Carnero.
                                                 

Sirvan estos versos para ejemplificar esa diferente sensibilidad que los novísimos tratan de instalar en nuestra poesía. Podemos observar, en estos fragmentos poéticos rescatados, figuras del cine clásico norteamericano, exagerados maquillajes, o imágenes tan estridentes como la de la muerte bajo los parasoles. Todo ello es rupturista, todo ello vuelve la espalda al eje bueno-malo del juicio estético corriente.

Una de las cintas más aclamadas no solo en España sino en el resto del mundo, especialmente en Estados Unidos, es la oscarizada Todo sobre mi madre (1999) de Pedro Almodóvar.  En la película nos encontramos con elementos camp que conforman muchas de las secuencias.

 
La obra de teatro que es representada, Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams, muestra un decorado perfecto para cualquier estética camp: el llamativo cartel en el que aparece una de sus actrices, Huma Rojo (Marisa Paredes), es hiperbólico y desmesurado, poderosamente llama la atención; el vestuario de los actores y actrices; el punto de mira en ese campesinado sureño o mejor diremos camp-esinado (no en vano se han visto elementos de vuelta a lo rural en estética camp); el hecho de que los diálogos que aparecen estén basados en la película de Elia Kazan de 1951 y no en el texto dramático original (lo camp se nutre constantemente del cine); la luz del escenario, azul, como eterna; la importancia de all about Eve o Eva al desnudo en su título en castellano para el conjunto del filme; el uso de algunas secuencias significativas de esta película dentro de la comentada (cine dentro del cine); Betty Davis, icono camp; el piso de Manuela (Cecilia Roth) en Barcelona y su decoración, un tanto retro; el nombre de Huma Rojo porque su “vida ha estado llena de humo”; el paraguas colorido que lleva Manuela el día que muere su hijo atropellado, etc.

Todos estos elementos son representados en la película de una forma honesta y sincera. Aparecen entretejidos en la peripecia que sufren los personajes como elementos  consustanciales. Todo sobre mi madre es una película seria, no frívola, aunque en ocasiones lo uno se confunda con lo otro. Tiene toques extravagantes, como la mezcla de humor en un descampado donde se ejerce la prostitución. En ocasiones no sabes si reír o llorar.

Con Pedro Almodóvar, en esta montaña rusa de sentimientos, nos deleitamos. No crea juicios, solamente presenta a unos personajes y sus circunstancias. Y nuevamente el amor como alimento necesitado que buscan la madre, dos amantes lesbianas, prostitutas, monjas, transexuales. Amor filial, amor carnal.

Para terminar este acercamiento a lo camp, traigo a colación nuevamente palabras de Mcnamara en Laberinto de pasiones: “Lo sencillo nunca fue moderno, lo moderno siempre es futurista”. Quién sabe si en esta estética comentada lo sencillo ya se ha hecho moderno, dando un paso de gigante en ese malestar que a veces ha traído consigo cualquier forma artística de ruptura y renovación.


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Última nota: ¿Cómo definirían la estética del vestido que Salomé lució en el Festival de Eurovisión de 1969, diseñado por Pertegaz, que pesaba 14 kilos y estaba hecho de canutillos de porcelana azul turquesa y tres collares de 1 kilo cada uno? Quizás ahora tengamos más datos para explicar la desmesura.

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