Cuando siembras, recoges, dice el refranero. Y lo que es mejor, podemos recoger todo aquello que nos apetezca, que nos diga algo, que nos haga sentir más reconfortados en nuestro paso.
Ver el detalle, el jardín secreto que se esconde detrás de las cosas, es una de las formas más baratas que conozco para disfrutar del momento. Hoy ya es oficial, ha llegado el otoño y de esta forma se transformarán los paisajes y las miradas. Las madreñas salvarán espacios en la dura y fatigosa faena de los campos, los geranios apagarán su voz, colorida, de forma intermitente y las manzanas pasarán a fermentar su dolor en un exquisito licor que nos hará, sin duda, entrar en calor.
Esta vida está conformada de detalles y de esquinas que atrapan los ángulos de nuestras existencias. Solo somos lo que sentimos, y lo que sentimos es fruto de saber apreciar ese instante fugaz de lo imperceptible para muchos. Por eso somos únicos. Nuestros ropajes son tan exclusivos que están diseñados a medida, alta costura para algunos, andrajos para otros.
En este otoño descubriremos nuevos matices que nos hagan saber dónde estamos y cómo nos sentimos. Para ello solo hace falta saber abrir los ojos de par en par. Bienvenidos, por tanto, al otoño.
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