Mi modo de mirar este entorno roza lo sagrado. Creo que este es mi rincón esencial, en donde soy y me encuentro. Un lugar en el que la ría se confunde con el mar y te deja la arena en la ribera, desde donde contemplas ese fluir del tiempo acompasado con la serena cristalería del agua. Siempre que voy Manrique y sus Coplas se me vienen a la mente, dejando ese sustrato de melancolía al sabernos perecederos y frágiles. Aún así, cuando llego y me dejo vencer en la arena, encuentro sentido a la existencia y recobro el valor de la belleza y de la armonía.
Recolectar es sin duda una de las tareas más antiguas del hombre. Somos ese acto de sumisión con la Tierra que consiste en agacharse a recoger del campo y del asfalto las ofrendas. Recogemos hortaliza, papel e incluso palabra caída. En ese acto de humildad es en donde quiero encuadrar esta ventana. En las espigas de la Vida que, desordenadas, se esparcen en el aire sabedoras de su fertilidad. Ahora las recogeré y las recolectaré con vosotros para llegar, entre todos, a encontrar la Esperanza.
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