Desde que tengo uso de razón siempre he estado rodeado de animales. No me refiero solo a la especie humana, que también, sino a esos otros seres que pululan a nuestro alrededor y que no todo el mundo sabe apreciar, o mirar.
No entendería este mundo sin la presencia de animales a mi alrededor. Sería como una película de ciencia ficción si viviéramos solamente los humanos. Se perdería, en suma, la esencia de nuestra llamada humanidad. No seríamos lo mismo, seríamos otra cosa distinta, sin duda.
No entendería este mundo sin la presencia de animales a mi alrededor. Sería como una película de ciencia ficción si viviéramos solamente los humanos. Se perdería, en suma, la esencia de nuestra llamada humanidad. No seríamos lo mismo, seríamos otra cosa distinta, sin duda.
Este verano me he encontrado, como es habitual, con la inocencia de los terneros, los caballos, las ovejas o los burros. De nuevo me ha sorprendido el vuelo de las aves y la proclama de su libertad. Incluso me topé con una mantis religiosa y la extrañeza de su anatomía.
A poco que nos detengamos a pensar, cualquier tipo de animal ha sido compañero fiel en nuestra vida desde que éramos niños. Desde los cuentos infantiles hasta novelas que hemos leído ya de adultos han sido piedra angular que nos han conformado.
En El Principito los animales son esenciales para la historia del pequeño héroe perdido en su peculiar planeta: corderos, zorros, boas, elefantes… Los cuentos de la tradición nos muestran lobos, ratones, gatos o perros que se han confabulado con nuestra infancia. De mayores hemos asistido a lecturas como las de Miguel Delibes en las que los animales son personajes consustanciales a la historia: hombre, paisaje y animal crean un círculo férreo y estrecho en su poética narrativa.
Recuerdo con intensidad los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente, que fue el que nos abrió la puerta a otros seres que nos resultaban extraños y lejanos, pero no por ello menos interesantes que aquellos otros con los que convivíamos. Félix nos brindó la oportunidad de aprender a saber mirarlos de otro modo, como parte intrínseca de nuestra naturaleza. Nos mostró que existe un delicado equilibrio que si lo rompemos por nuestra vanidad las consecuencias pueden ser devastadoras.
Hoy día los documentales son mucho más sofisticados. La tecnología ha puesto al alcance de la naturaleza el hecho de poder observarla tan de cerca que parece que la humedad, la lluvia o el árido desierto se entremezclan en la pantalla de tu televisor. La serie documental Planeta Tierra de la BBC es una mirada a los distintos entornos naturales más que recomendada. De hecho, ha sido descrita por sus creadores como «a mirada definitiva en la diversidad de nuestro planeta». Las imágenes que muestran la serie documental son más que recomendables; son un salto a otros mundos posibles que existen dentro del nuestro. Es una pequeña obra maestra en esa conjunción entre la mirada del hombre y el espacio que le rodea.
Dejemos la puerta abierta a la contemplación de ese otro Reino en donde la maravilla se puede llegar a realizar.
Preciosa entrada. No es novedad. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarYo tampoco concivo la vida sin animales. Los he tenido a mi alrededor desde niño. No les temía y eso es bueno. Pasaba mis veranos en un pueblo de Segovia o en una huerta en Bilbao. Metía cualquier cosa que se movía en un tarro de cristal y lo llevaba a casa. Ni siquiera sabía como se llamaban muchos de los que agarraba con mis dedos. En ese tarro juntaba arañas, caracoles, pequeñas culebras... Los adultos se horrorizaban al verlos y yo no entendía por qué. Me gustaba la compañía de burros, vacas, gatos, perros, cabras, conejos... Lo echo de menos. Doy gracias al cielo por mis galgas. Esto lo he querido contar en un post y nunca lo he hecho.
También es verdad que nuestra vida estaría muy deshumanizada sin ellos. Y hemos aprendido a valorarlos desde niños, como tú dices, en cuentos, películas de Walt Disney y documentales.
Y otra vez, preciosísimas fotos.
Abrazos.
Querido Alberto:
ResponderEliminarTu comentario demuestra la misma mirada al mundo que la mía. La complementa. Hoy día, que aún no se han conseguido unos mínimos en el respeto y derecho que han de tener los animales, son más que necesarios este tipo de comentarios y entradas o blogs, como el tuyo de las galgas. Es en la lucha, en mostrar esa belleza que el Reino Animal tiene, desde donde hemos de reivindicar esa necesidad de empatía para con los otros seres vivos que viven al lado nuestro.
Si desde la infancia se inculca el amor hacia los otros, estos frágiles y a veces vapuleados, masacrados y torturados animales, todo podría ser más hermoso y sin duda nos sentiríamos menos solos, más completos.
Estas fotografías han sido hechas solo con una técnica: la del amor y sensibilidad a los animales. No conozco ninguna otra forma de acercarme a ellos. Estos han sido mis "tiros", los de la cámara.
Espero que personas como tú sigan bendiciendo y arropando esta otra belleza de la vida.