Uno de los aspectos más terribles y sórdidos de la crisis que nos abate desde ya hace unos años es la del abandono de animales. Aquellos que se ven más afectados por los mercados fluctuantes, por el paro o porque su economía se ha visto encogida en esta época de vacas flacas (o mejor aún, de caballos flacos) optan por deshacerse de sus mascotas y mirar para otra parte. Esos animales sufren la sinrazón de esta deshumanización que no tiene sentido alguno. Antes de abandonar a un indefenso animal se podrían buscar soluciones más razonables. De esta manera, miles de perros o gatos o animales exóticos han sido despojados como si de una chaqueta vieja se tratara. La diferencia es que esa chaqueta no sufre, pero sí el animal que, desorientado, acabará muerto en cualquier carretera de extrarradio o de inanición bajo una climatología despiadada si se quedan al amparo de ella.
Terrible me parece en el caso de los caballos. Estos, desde hace cientos de siglos, nos han acompañado en la andadura de nuestra civilización. Siempre han sido un símbolo de poder. Véase si no los pormenores de la palabra “caballero”; esta es la persona que monta a caballo. Poseer un caballo ha tenido, en diferentes culturas connotaciones que iban más allá del mero hecho de poseer un équido. La ligazón entre hombre-caballo ha ido tan estrecha que incluso, en nuestra lengua española, decimos “ir a caballo”, usando la preposición “a” en lugar de “en” como utilizamos para expresar la forma de transporte por otros medios: “ir en coche”; “ir en autobús”, “en avión”, “en burro” o “en elefante”. Sin embargo, de la misma manera que decimos “ir a pie” usamos esa misma preposición a la hora de desplazarnos en el équido más popular. ¿Por qué? Puede ser porque la imagen del caballo se ha ido ligando a la del ser humano como un todo, como una parte de la misma cosa. Hombre y caballo unidos a lo largo de la historia.
Para las tribus nómadas de Asia Central ha existido una vinculación entre persona y caballo que figuraba en los rituales mágicos y religiosos. Para los romanos y griegos, por otra parte, implicaba un prestigio social y económico dado el alto valor de este animal. Y de este modo, en la Edad Media, a modo de ejemplo, la institución de la caballería definía códigos de conducta y de honor.
Parece ser que en los últimos tiempos hemos vilipendiado todo este rico bagaje cultural y armónico entre nosotros y los caballos. Me he encontrado con noticias espeluznantes, derivadas de esa crisis antes aludida, sobre el abandono de estos animales. Los picaderos y los clubes hípicos no saben qué hacer con los animales que los clientes han dejado a su suerte. Las cuotas de mantenimiento y manutención no se pagan en muchos casos, estando estos picaderos al límite de la desesperación, puesto que no pueden afrontar el considerable gasto que supone tener un caballo.
Como la crueldad no tiene límites, el propietario de un club hípico de Sevilla encerró en un habitáculo de reducidas dimensiones a dos caballos con el agua justa y escasa paja con la intención de que los demás socios se dieran cuenta de lo que les podría deparar a sus équidos en el caso de que no pagaran las cuotas. Podemos imaginarnos la muerte lenta y cruel, el abandono, de estos dos animales secuestrados para que sirvieran de escarmiento a aquellos que no pagaran.
Otras imágenes que he visto por televisión te dejaban sin aliento. El Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil intervino en una finca de Andalucía en la que se encontraban un número considerable de caballos en estado grave de desnutrición y abandono. Es desolador ver a los animales con las costillas marcadas, sucios y abandonados, sin ningún alimento y apenas agua. El constructor en bancarrota que era propietario de estos caballos, alegaba que no podía hacer frente al cuidado de los mismos. Antes de buscar opciones es más fácil echar la culpa a la crisis que asumir responsabilidades.
El caballo como símbolo de estatus es una de las imágenes más patéticas con las que me he encontrado en los últimos tiempos. Si lejanos nos quedan ya los códigos del amor cortés y ser nombrados caballeros, los caballos, empero, siguen conviviendo con nosotros. No hemos de considerarlos propiedades de poder ni modas transitorias. Nosotros y estos animales hemos formado parte de un todo y aquellos que quieran quebrar este sereno equilibrio por ansias de estatus y poder, para pasar más tarde al abandono, solo queda calificarlos como desalmados y sinvergüenzas. He aquí el hombre..
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Ø Enlace: les dejo un enlace que trata sobre 172 caballos abandonados en la provincia de León: http://www.rtve.es/alacarta/videos/espana-directo/espana-directo-170-caballos-abandonados-leon/865805/
Ø La asociación CYD de Santa María es uno de los pocos albergues, si no el único, para caballos maltratados y abandonados que existe en toda España.
http://www.asociacioncydsantamaria.es/cyd/
Como tu eres en contra del maltrato de los animales, no se si sabes del grupo ASPCA de los EEUU que es igual. Soy en contra del maltrato de animales y el maltrato. Punto. Aqui esta el vinculo del grupo ASPCA http://www.aspca.org/
ResponderEliminarEspigadora Danielle.