viernes, 5 de agosto de 2011

Apuntes sobre lo kitsch

    

     No hemos de confundir el límite entre lo petardo y lo kitsch, puesto que a veces, se mezcla lo uno con lo otro, como hemos visto de cerca en el caso de Laberinto de pasiones. El kitsch como actitud estética incorpora elementos de dudoso gusto para muchas personas o incluso de mal gusto para otras. Efectivamente, lo que denominamos “buen gusto” no es sino un artificio cultural que comprende unas determinadas coordenadas espacio-temporales. En lo que sí disiento con la respetada María Moliner es  cuando enjuicia lo kitsch como algo “de escasa calidad”. Depende. Es cierto que el juicio estético ante lo kitsch pueda dar lugar a confusiones y nos dejemos enmarañar rápidamente por un sentimiento de frustración al no conseguir entenderlo. Pero la función de signos kitsch en determinadas obras culturales está justificada para lograr el producto final artístico deseado del creador. Muchos decorados de cine o de teatro se han valido de esos signos exagerados y grandilocuentes porque tienen una función estructural en los contenidos o en la dramatización que se persigue. Las películas de John Waters están revestidas de ese aparente “mal gusto” a favor de los personajes y sus circunstancias. Cuando Almodóvar recrea escenarios con colores llamativos, aparatos grandilocuentes, vestuarios desfasados, mobiliarios de abuela, pretende darle un uso artístico y envolvernos en esa atmósfera tan especial y suya. Entonces decimos: “es muy almodovariano”, creando con este nuevo concepto un mundo particular que se hace universal.

Los rasgos principales de esta estética que atraviesa casi todas las artes, sino todas, son los siguientes:

§  La aplicación de otras obras artísticas como mero objeto decorativo: los cuadros de Tamara de Lempicka, el teléfono en forma de langosta de Salvador Dalí, un cuadro con motivos religiosos, bien sea una madonna renacentista italiana o un Cristo crucificado.

§  La disociación entre la utilidad y la estética de un objeto: un cerdito en forma de salero, una jarra de cerveza con la forma sinuosa de una mujer desnuda, un collar de perlas en el cuello de un perro, un sofá de plástico rojo con forma de labios…

§  El juego de las dimensiones, de la proporción y su ubicación: un balón de fútbol del tamaño de una canica, una gitanilla de colores llamativos más pequeña que una barbie colocada al lado de la televisión, acompañada del toro de Osborne…

§  La utilización de materiales exagerados, excesivamente llamativos y en la mayor parte de las veces falsificados: el plástico, casas humildes revestidas como si fueran palacetes decimonónicos, candelabros tenebrosos que imitan la plata pero pueden ser comprados en un Todo a Cien…

§  La desubicación: un picnic en el campo con una cubertería y vajilla dignas de una mesa real, una mujer vestida de gala en mitad de un páramo, colores estridentes en la vestimenta en un entierro…

Estas son algunas de las características más destacadas de lo kitsch. En el caso particular de la cultura española nos encontramos con muchas manifestaciones de esta estética. Sin entender bien este juicio, poco podríamos decir de las escenas que tienen lugar en Bienvenido Mr. Marshall de Luis García Berlanga. En mi opinión, el pueblo Villar del Río y el despliegue de medios que sus pobladores ponen para que los estadounidenses se queden admirados al pasar por el pueblecito tiene cierto regusto ingenuo y un tanto kitsch. Es difícil clasificar dentro de una categoría concreta esta película de Berlanga. Se nos escapa de lo establecido en la época que fue rodada (1953). Es sabido que Berlanga se mueve por el terreno de la crítica social y es, sin duda, su humor, un aliado esencial para agudizar esa denuncia implícita que queda reflejada.

Berlanga comenta su obra con estas palabras:
“Yo he dicho siempre que esta sociedad es una mierda pero, por desgracia, mi cine y yo navegamos en el barco de esta sociedad. Puede que no sepa dar un golpe de timón a este barco pero, por si acaso, lo que hago es mear siempre en el mismo sitio, a ver si consigo abrir un agujero por el que se termine hundiendo el barco”. GÓMEZ RUFO, Rufo: Berlanga contra el poder y la gloria. Barcelona, 1997, p. 7.

Pues bien, es en este humor cínico donde no solo hace una crítica de los comportamientos dominantes, sino que es a su vez en donde deja entrever el amor y respeto que siente hacia España. En ese amor echa mano de aquellos topicazos con los era vendido culturalmente el país allende nuestras fronteras. Despliegue de farolillos, flamencos, peinetas y mantillas y acentos sureños son subrayados con ese cinismo en mitad de un pueblo del centro de España. La desubicación y el contraste no podrían ser más sorprendentes para el espectador. Sorprendente también es que burlara la censura dadas las impertinencias políticas al parecer no comprendidas. El mismo Franco, que vio personalmente la película en su cine privado, no fue capaz de detectar los numerosos detalles, comenta García Berlanga sobre su obra. Quizás ese carácter kitsch del folclore propuesto fue lo que se le escapó a Franco del entendimiento, que no supo revelar los códigos humorísticos que se presentan en un primer plano.

Sin duda, el paradigma de lo kitsch en nuestra cultura nos viene subrayado de la mano del internacional director Pedro Almodóvar. Hay un libro publicado que se titula Pedro Almodóvar  y el kitsch español de Carlos Polimeni en la editorial Campo de ideas. Este libro analiza la convulsión de su cine —que consiste en poner en frente al espectador personajes, temas, conductas, decorados y ambientes que no habían sido reflejados con el suficiente respeto en nuestra cinematografía. Almodóvar lo moderniza y lo convierte en clásico.
La estética de Marisa Paredes en Tacones lejanos, el ático que tiene Carmen Maura (Pepa) en Mujeres al borde de un ataque de nervios, el decorado de la escena final de La ley del deseo en la que se ve inmerso Antonio Banderas, el salón en el que transcurren los diálogos tan logrados por su humor en Parla, donde viven una Chus Lampreave y una Rossy de Palma en La flor de mi secreto, son todos ellos y muchos más, elementos kitsch de lo más genuino de nuestro país.

Otro director, heredero en bastantes aspectos del cine de Almodóvar, es Ramón Salazar. Aparte de ciertos toques kitsch en su primer corto, Hongos (1999), crea en hasta la fecha su última película, 20 centímetros (2005), numerosos números musicales al calor de la estética comentada. Me resulta entrañable el inicio del filme en el que una chica que sufre narcolepsia se cae al suelo vencida por el sopor del sueño y, mientras duerme, fantasea con otro mundo diferente y mejor. Es entonces cuando se sumerge en un número musical en el que ella es la protagonista. Canta, arropada por bailarines y bailarinas muy al gusto de los musicales de Broadway de los años 50 y 60, un conocido tema de Marisol, titulado “La vida es una tómbola”. Se despliegan por doquier un sinfín de escenas bellamente logradas al calor de lo kitsch, de lo llamativo y exagerado. Y así, si tiramos del hilo de esta película, nos vamos a encontrar con muchos otros elementos tan del gusto de esta estética. Véanse los números musicales de “Quiero ser Santa”, tema de Alaska versionado de una forma muy característica, “Piel Canela”, “Ponte la máscara” o el increíble acierto de concluir la película con una canción de Freddy Mercury, “I want to break free”, muy significativa desde el punto de vista argumental y estético para el conjunto de la cinta.

Si hasta ahora nos hemos centrado en una pequeñísima parcela sobre este gusto tan especial y determinado en nuestro cine, nos encontramos con estudios que son mucho más rigurosos y científicos sobre lo kitsch. En «El kitsch en el Barroco castellano» de Barbara Pregelj se analiza exhaustivamente esta estética en nuestras letras en el siglo XVII. De hecho, según la autora del artículo, “el título puede aludir a un tópico con el que muchas veces se ha designado a todo  el arte barroco”. Significativas son las palabras que siguen: Pero en la memoria popular que deja intuir el mencionado tópico, puede hallarse también otro rasgo de la cultura (y en particular de la literatura) del siglo XVII al que no siempre se ha estudiado con la debida atención: el principio del proceso, típicamente moderno, de la división de la literatura en dos tipos cada vez más opuestos. Por un lado tendríamos la literatura elitista, hermética y canonizada, y por el otro la literatura popular, masiva y no-canonizada, es decir, la del kitsch. La división bipolar de la literatura, que precisamente en el Modernismo había visto su culminación, parece haberse terminado con la Postmodernidad”.

Para aquellos que estén interesados en este tema, les dejo el enlace:

Sería demasiado extenso para la pretensión de este artículo adentrarnos en las difíciles complejidades del Barroco y su parcela de estética kitsch. Pero sí que he considerado conveniente señalar al menos un aspecto importante del alcance del tema en uno de los movimientos  más sobresalientes de nuestro país.

Por otra parte, los novísimos, grupo de poetas recogidos en la famosa antología de J. Mª. Castellet Nueve novísimos poetas españoles (1970) y otros poetas coetáneos o un poco posteriores a ellos, van a reflejar, entre otras muchas estéticas, cierto gusto por lo kitsch en algunos de sus versos. Al lado de tonos graves aparece una provocadora e insolente frivolidad: Marilyn Monroe se codea con Che Guevara, y Carlos Marx con Groucho Marx. No obstante, el límite entre lo kitsch y lo camp es difícil de vislumbrar. Ahondaremos en este grupo poético español en Apuntes sobre  lo camp.


3 comentarios:

  1. Muy buena definición de lo kitsch. Me ha gustado mucho el planteamiento sobre determinados decorados, pero lo que me ha encantado es la relación con Berlanga (yo incluso encuentro elementos un poco kitsch en algunos diálogos de El Verdugo)
    Lucy

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  2. Muchas gracias por haber elegido a hablar de peinetas en ese dia. Lo aprecio. Danielle.

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  3. De nada, Danielle... Ya sé que todo lo relacionado con el folclore español te encanta, y no hay nada más genuino que una mantilla y una peineta. Un beso,

    Juan Carlos

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