jueves, 23 de junio de 2011

Noche mágica, noche de San Juan


     Hoy es una noche señalada en el calendario de nuestra cultura. Hoy arde la tierra y los troncos se abrazarán al campo con la esperanza de un año más suculento. Hoy, 23 de junio de 2011, es una buena noche para que arda el mar, como señalaba Gimferrer, y de paso nuestras conciencias. Tiempos revueltos, de crisis dicen, habrán de ser cremados sin piedad. No hemos de tenerle miedo al fuego ni mucho menos al efecto purificador que dicen que tiene. Hemos de hacerle frente y aprender a mirarlo; de esta manera, nos podremos encontrar con nuestros ancestros y con nuestro propio yo para abarcarlo al tú, tan desdeñado (excepto de boquilla) en nuestra sociedad. Insolidaridad, lo llaman algunos. De ahí que en esta Noche nos reencontraremos y recogeremos los restos de las pavesas para hacer frente a lo que se nos puede venir encima. Propondría que hoy fuera la Noche de fin de Año, el antes y el después, pues es mucho más cercana esta fiesta que la encorsetada y ebria Nochevieja. Esta Noche es todo lo contrario. Es pura y redonda, iluminada y sabrosa.


Recuerdo las hogueras al son de la música celta y decenas de personas bailando alrededor, unidas al compás del baile del fuego. La sidra que brotaba, los jóvenes que saltaban, el cura que deambulaba. Cuando aquello no tenía el pesar del futuro incierto y el fuego era eso, fuego, y la Tierra una cabaña en la que me sentía protegido. Ahora esta cabaña arde, como el mar, reitero, y pienso en lavar toda la arena de la playa para que quede limpia y fuera de rastrojos.


Agradezco esta muestra de cultura popular (término tan en boga hoy día) porque así todos nos sentiremos más hermanados, aunque solo sea por un pequeño instante, como el de la chispa de una cerilla. Por favor, no se quemen.

Restos de una noche de San Juan

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