jueves, 4 de agosto de 2011

Sobre lo kitsch, sobre lo camp, sobre lo petardo

Sobre gustos y juicios estéticos hay mucho escrito. No sé de dónde ha salido la expresión que niega

 lo contrario con la que muchos tratan de taparte la boca cuando no coinciden con lo que tú crees que es una forma artística o un placer para los sentidos: Bueno, sobre gustos no hay nada escrito. Es un argumento falaz y estúpido, sobre todo porque si nos atenemos a todos los tratados que desde la antigüedad se han conservado, a todas las teorías interpretativas de la estética a lo largo de los siglos, tanto en Oriente como en Occidente, es totalmente falsa esa opinión, o mejor, esa aseveración.
Busco en el diccionario de la RAE (en su vigésima primera edición) estos tres términos y los dos primeros no aparecen. Respecto al tercero, Petardo, no viene ninguna acepción que haga alusión a ningún gusto o estética. Esto me demuestra una vez más el conservadurismo de este diccionario y su reticencia a la incorporación de términos extranjeros, por más que se hayan usado en ensayos o tratados filosóficos, poéticos, artísticos. Sigo buscando en otro diccionario, en mi querido diccionario de uso del español María Moliner y ahí, tal y como esperaba, sí que me encuentro con estos tres términos y su correspondiente definición para el criterio estético. Veamos lo que dice María Moliner:
Kitsch [quich] (al.) adj. Se aplica a un objeto o estilo pretenciosos y de escasa calidad: “Una decoración kitsch”. Ese estilo.
Camp (ingl.) adj. Se aplica al estilo, manifestación artística, etc., propios de una época pasada, especialmente de los años treinta y cuarenta del siglo XX.
Petardo, -a (del fr. pétard) 6. inf. Persona o cosa fea, inútil o aburrida: “Esa chica es un petardo. ¡Vaya petardo de película!”. Petardeo 2 inf. Comportamiento frívolo, frecuentemente asociado a fiestas y vida nocturna.
Los dos primeros conceptos ha sido difícil de deslindarlos, aunque cada uno tiene características propias. Podríamos definir lo kitsch como una imitación estilística de un pasado histórico que ha gozado de prestigio o de formas y productos que son propios de la alta cultura moderna, que ya son aceptados como tales. En ocasiones, el término de procedencia alemana, se ha referido a cualquier arte pretencioso y de mal gusto. Todas estas significaciones habría, no obstante, que matizarlas.
El término camp procede del argot francés “se camper”, es decir, posar de una forma exagerada. Sin embargo, el término es recogido en 1909 en el Oxford English Dictionary  en donde se propone una definición para camp: "ostentador, exagerado, teatral, afeminado u homosexual; que tiene características de la homosexualidad. Como el nombre, conducta camp maneras camp, etc.; un hombre que exhibe tal comportamiento"; proveniente, con probabilidad del término francés señalado. Ha sido sin duda la escritora norteamericana Susan Sontag, en su ensayo de 1964 Notes on camp, donde  describe esta estética y actitud. A raíz de este ensayo se expande el término y pasa ya, sin más trabas, a formar parte de teorías y juicios sobre la estética artística. Recomiendo a aquellos interesados en lo camp la lectura íntegra del ensayo de Sontag que se puede encontrar en Contra la interpretación y otros ensayos, en DEBOLS!LLO. Para la autora, “lo camp es una cierta manera de esteticismo. Es una manera de mirar al mundo como fenómeno estético. Esta manera, la manera camp, no se establece en términos de belleza, sino de grado de artificio, de estilización”.
Algunos ejemplos que la ensayista extrae al azar sobre el fenómeno camp son los siguientes:
las lámparas Tiffany
el restaurante Brown Derby, en Sunset Boulevard
El lago de los cisnes
la dirección de Visconti de Salomé y Lástima que sea una puta
King Kong de Schoedsack
la cantante popular cubana La Lupe
los vestidos de mujer de los años veinte (boas de plumas, vestidos con flecos y abalorios, etcétera)

Obviamente, Susan Sontag no se queda en este reduccionismo de lo camp, sino que va mucho más lejos y ahonda en terrenos dispares para esclarecer los postulados de esta “sensibilidad”.

Respecto al término petardo creo que no ha sido estudiado en profundidad. Más bien se ha quedado como una etiqueta que nos ayuda a determinar algún aspecto o actitud que nos resulta frívolo hasta el extremo, superficial y con una dosis importante de grandilocuencia. Un producto de la subcultura. Términos como cutre, petardeo o cultura suburbana aparecieron en España al compás de la famosa movida madrileña de los años ochenta. Lo que sí parece claro es que el término petardo está asociado a un tipo de humor muy particular y especial en determinadas atmósferas culturales, bien elitistas, bien populares.

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